La historia del espéculo: origines, usos y apropiaciones
Un enfoque cultural sobre el famoso instrumento ginecológico.
“Now, please, be my guest. I invite you to take a long look at my cervix” - Annie Sprinkle
El espéculo vaginal es uno de los utensilios más antiguos de la medicina y de la ginecología. La etimología de palabra hace alusión a la posibilidad de ver. Para ser más precisa, speculum deriva del latín arcaico specere “mirar”. La palabra espejo proviene directamente de esa forma latina y, el término español, para referir a la herramienta médica, espéculo es un cultismo de la misma raíz (1). De esta manera, el espéculo permite, mediante la dilatación de las paredes de la vagina, observar el cérvix.
Abrir el cuerpo no resulta una tarea sencilla y existen innumerables testimonios sobre la incomodidad que genera el examen ginecológico. Es una situación que provoca un estado de vulnerabilidad importante: un diagnóstico inesperado, las preguntas íntimas, el brillo acerado de los estribos, el frío espéculo y un extraño observando entre las piernas abiertas de la paciente. Poco grata resulta la experiencia.
Por eso, aquí ofrecemos otra mirada sobre el espéculo: su historia y la relación de la medicina con la salud sexual y reproductiva de las mujeres y personas con vagina.
Orígenes del espéculo
Autores clásicos y el desafío de abrir el cuerpo
Los descubrimientos arqueológicos de Dion, Grecia y en las ruinas de Pompeya (Italia) dan testimonio de que ya existía hace cientos de años. En el Museo Arqueológico de Nápoles se puede observar un importante sector dedicado a los utensilios médicos. Dos espéculos, uno vaginal y otro mixto (vaginal y rectal), fueron rescatados en el siglo XIX bajo la costra de cenizas que cubrió la ciudad italiana en el año 79 (2). La morfología del dispositivo consta de tres vástagos perpendiculares (una suerte de tres cuchillas) que mediante el giro de un tornillo central comenzaban a separarse y a abrir las paredes de la vagina. En aquella época, el espéculo era empleado por un médico y un ayudante. Repetimos, abrir el cuerpo no es tarea sencilla.
Espéculos romanos vaginal y rectal (A)
El primer texto que da cuenta de su existencia es el Corpus Hippocraticum, un compilado de 60 tratados sobre medicina (siglos IV y V a.C.) en donde encontramos los primeros textos ginecológicos: Las enfermedades de las vírgenes, La naturaleza de la mujer, Las enfermedades de las mujeres y Sobre las mujeres estériles. En ellos, aparece la descripción de un instrumento que permite dilatar las paredes vaginales para tratar las úlceras de matriz y flujos vaginales (3). Estos tratados son de origen incierto, pero algunos especialistas los asocian con la escuela de Cnido y sostienen que fueron de gran influencia en la historia de la medicina (4).
Varios siglos más adelante, Sorano de Éfeso, en su obra Gyneaikeia (s. II d.C.) hace referencia al espéculo, su morfología y usos. El médico griego fue reconocido por sus avances en ginecología y obstetricia (5). En los estudios de Galeno se menciona al instrumento de dilatación y observación de los genitales femeninos. En ellos se describe cómo hay que calentar el vástago que se introduce en la vagina para luego expandir sus paredes.
Otra de las figuras destacadas de la medicina fue la médica griega Metrodora. Contemporánea de Sorano, escribió Sobre las enfermedades y curas de las mujeres, el texto médico más antiguo escrito por una mujer que se conoce. Metrodora utilizaba tanto el espéculo como el uso del tacto en sus exámenes ginecológicos.
La figura central de la profesional permite pensar el lugar de las mujeres. Margaret Alic reconoce en su libro El legado de Hipatia: Historia de las mujeres en la ciencia desde la Antigüedad hasta fines del siglo XIX, la importancia de las mujeres en el desarrollo de la ginecología, obstetricia y cirugía en el mundo antiguo y cómo su labor se fue limitando al tratamiento de otras mujeres y, luego, solo a la partería (6).
Brujas y parteras
Durante la Edad Media la Iglesia frenó e impuso un riguroso control sobre la ciencia en Europa entre los siglos V y XIII. Los espéculos que circularon en esos siglos no eran muy diferentes a los de la época clásica. Estos eran utilizados por los médicos que atendían a las clases acomodadas.
En los pueblos y zonas rurales, el cuidado de la salud estaba a cargo de las brujas sanadoras y/o parteras. Barbara Ehrenreich y Desirdre English afirman que el trabajo de estas mujeres alcanzaba las poblaciones más vulnerables donde no existían ni médicos ni hospitales. Sus conocimientos estaban basados en la experiencia y en la transmisión ancestral de los saberes. La relación con las hierbas y los remedios de origen natural constituyó un gran patrimonio.
El propio Paracelso, conocido como el padre de la medicina moderna, afirmó en el siglo XVI que todo lo que sabía, lo había aprendido de las brujas (7).
Espéculo la Edad Media (B)
En el siglo XVII y XVIII, los médicos comenzaron a invadir el último espacio reservado a las brujas sanadoras o parteras: la obstetricia. Según las investigadoras, Ehrenreich y English, con el fórceps, considerado un instrumento quirúrgico, las mujeres no podían asistir al parto ya que tenían vedado jurídicamente el ejercicio de la cirugía.
Siglo XIX: auge y el aspecto social de la mujer
El desarrollo del espéculo tuvo una época de auge durante la primera mitad del siglo XIX. Encontramos un número importante de nuevos diseños que acompañan los avances en la medicina. Marie Gillain Boivin, médica, escritora e inventora francesa, fue de gran influencia en la historia de la obstetricia. Su texto sobre las enfermedades del útero resultó traducido a varios idiomas (9). Fue la primera profesional de la salud en usar un estetoscopio para escuchar los latidos del embrión a través del vientre. Inventó instrumentos médicos como el pelvímetro y un espéculo de dos hojas similar al que actualmente conocemos.
Joseph Claude Récamier diseña y construye en 1801 un ejemplar cilíndrico. El médico francés modifica la morfología para no dañar las paredes vaginales. Durante el siglo XIX el control ginecológico difería bastante de acuerdo con la situación social de la mujer. Era común que los exámenes se hicieran a través de la ropa o cubriendo con telas los genitales de la paciente.
Margarete Sandelowski explica que existía un imaginario en la sociedad sobre la revisión ginecológica. Según la especialista, el contacto visual podía despertar lujuria o deseos de sexo desenfrenado en las mujeres, situaciones penadas por las leyes de las buenas conductas (10). Era común durante el siglo XIX contratar a prostitutas para practicar y estudiar las enfermedades de transmisión sexual. Según Terri Kapsalis, el espéculo se convirtió en un verdadero instrumento de tortura para las cortesanas que no estaban dispuestas a abrirse en un control más policial que médico (11).
Marion Sims, conocido como el padre de la ginecología moderna, ha pasado a la historia de la medicina no sólo por su versión del espéculo y resolver la fístula vésico-vaginal sino por utilizar esclavas negras en sus experimentos clínicos. Entre 1845 y 1849, el doctor realizó numerosas operaciones sin anestesia a mujeres afrodescendientes en su consultorio localizado en Alabama. Sus pacientes más conocidas fueron Anarcha, Lucy y Betsey (12).
El caso Sims desató un debate ético que continúa hasta la fecha: el desarrollo de la ciencia a costa de las poblaciones más vulnerables (mujeres afrodescendientes, esclavas, pobres). Su espéculo de peltre era similar a una cuchara larga doble. Se introducía el dispositivo en la vagina y, con la ayuda de un asistente, se presionaba para extender una de las paredes de la vagina.
Thomas Graves creó y perfeccionó el modelo de Sims en 1870. Incluyó la doble hoja de Boivin con un dispositivo en el extremo que permitía su apertura. Uno de los estudios más completo sobre los diferentes diseños del espéculo proviene de la Universidad de Illinois. Según los investigadores, sólo en el siglo XIX se registraron 200 modelos del utensilio (13) Algunos con más éxito que otros son los que prevalecen hasta la actualidad.
Espéculo cilíndrico de Joseph Récamier, de 1801 (C)
Hoy en día: avances y bifurcaciones
El espéculo tal y como lo conocemos hoy en día es el heredero directo del modelo de Boivin, Sims y de Graves. Existen diferentes modelos y prototipos que intentan reemplazar el sistema del instrumento. Básicamente, la idea es hacerlo más ergonómico y amable a la morfología de la paciente.
Encontramos en el mercado diferentes opciones, por ejemplo, la empresa australiana Pacific Endoscopic Imaging P/L desarrolló uno que permite, una vez dentro de la vagina, inflar suavemente la cavidad vaginal. Además, posee luz y un cepillo que facilita la visión y la extracción de células. Existen espéculos cilíndricos, cónicos, de metal y de plástico. Los fabricantes ofrecen diferentes tamaños para reducir las molestias y/o dolores que pueda causar.
En los últimos años algunas compañías han tomado este instrumento como factor importante del cambio. Por ejemplo, un grupo de diseñadoras de San Francisco reunidas bajo el nombre Yona, trabaja para mejorar la experiencia de la consulta empezando con un nuevo diseño del espéculo.
Arte, feminismo y nuevas apropiaciones del espéculo
Como vimos, la herramienta médica está relacionada con los usos y costumbres de cada época. En 1971 la abogada feminista Carol Downer armó y distribuyó un kit de autocuidados. Un espéculo y mucha información fueron las herramientas con las que pretendían concientizar a las mujeres sobre la salud de sus cuerpos. Especialmente, Downer fue una ferviente activista por el derecho al aborto en Estados Unidos. Fundó el Centro Feminista de Salud para las Mujeres en California, donde junto con su equipo proporcionaban información y asistencia en temas de salud reproductiva.
En 1972, fue arrestada por uso ilegal de la medicina por recomendar yogurt para combatir las infecciones vaginales. El caso se conoció como The Great Yogurt Conspiracy y sentó precedente cuando Downer fue absuelta. La justicia entendió que el control sobre el propio cuerpo de las mujeres y la autogestión de la salud es legal (15).
En la actualidad, existe otro proyecto de autogestión de la salud realizado por el colectivo transhackfeminista Gyne Punk. Con sede en Catalunya y de la mano de Klau Kinki el laboratorio fomenta la autonomía del conocimiento de nuestro cuerpo para enfrentar la violencia obstétrica.
Mediante el uso de software y tecnologías libres, este colectivo hackea y construye sus propios dispositivos de ultrasonido, endoscopias, ecografías low cost y espéculos impresos en 3D. Uno de sus proyectos propone cambiar el nombre de la glándula Skene por Anarcha, nombre de una de las esclavas negras de Marion Sims. Las activistas entienden que resulta ridículo que unas glándulas vinculadas a la eyaculación femenina lleven el nombre de un hombre.
Desde el campo del arte, Annie Sprinkle realizó la performance “A Public Cervix Announcement” donde sentada en un sillón invitaba al público a mirar dentro de su vagina. Con la ayuda de una linterna y un espéculo, cientos de observadores se asomaron entre las piernas de Sprinkle en los años noventa (16). La artista hace que cada espectador asuma el rol de médico/voyeur encarnando la frialdad con que la ciencia ginecológica ha ejecutado sus biopolíticas sobre los cuerpos de las mujeres a lo largo de los siglos.
Este tipo de manifestaciones desde el campo del activismo feminista nos permite reflexionar sobre si el “problema” del espéculo no es quizás el árbol que no nos deja ver el bosque. La permanencia del modelo decimonónico en este dispositivo y su uso radica en su simpleza y funcionabilidad. Es un utensilio ginecológico que hace su trabajo y lo hace bien.
Sin embargo, el gran factor de cambio del espéculo debería ser cultural, pensando más en los cuerpos desde un punto afectivo y respetando su vulnerabilidad.
Artículo publicado originalmente el 1 de agosto de 2019.